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lunes, agosto 07, 2006

Apalabrado al natural...


Las palabras se me hacen sal
se escapan entre los huesos
huelen a cuerpo y suelos
y saben a la historia de las historias
como la de una ciudad
que olvidó el sabor de su muerte
o el de un poema que mató un verso
y fue tanta la violencia
que un recuerdo engendró la noche
y volaron mariposas sicodélicas grises
alumbrando una luna que pujaba sueños
frente a un coro sinfónico de coquíes
que sonaban un blues azul como un mar
donde las olas eran los caballos de Atilas
que se perdían entre los cueros del Caribe
y el sudor de hombres y mujeres se esparcían
y poblaban de sales camas entre brumas
cuando los cuerpos eran todos iguales
y las sombras habitaban un sonrisa
cuando gatos negros corrían sobre las estrellas
y un lagartijo caminaba la espalda de un poeta
cuando no quedaban más gritos subterráneos
y llovían poemas cargados por gárgolas
a un esquina donde yacía un altar de hojas secas
cuando caían relojes sin prisa ni tiempo
y nacía un cuerpo crisálida
en un día caliente de verano
entre gemidos de dinosaurios
y moría la soledad en los brazos
de una flor que deambulaba
desnuda sobre cemento
abrazada a un esqueleto
que una vez fue mío.

1 comentario:

Patricia Minalla dijo...

Una corriente de luz te acecha Angel, te ilumina colmandote de hermosos ramilletes de palabras que tocan con sus dedos las almas.

Gracias por compartir esos momentos de éxtasis plasmados, ese cuadro de preocupación que te aqueja y te motiva a explayarte de esta manera, a llenarnos hasta los mas profundos rincones de la imaginación y vacío con tus escritos.

Un abrazo grande,

Pa.