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martes, abril 20, 2010

Un silencioso bullicio se posa sobre tu pecho

Un silencioso bullicio se posa sobre tu pecho.
Justo al lado de tu carne
la ausencia de color se vuelve casi obscena,
casi absurda,
casi equilibro,
casi vértigo,
casi como si fuera un viaje sin artefacto
más allá del deseo,
del temblor,
del recuerdo,
del péndulo,
como si la mente pudiera nombrar
más allá de lo obvio
de la imagen,
de la sombra,
del espectro,
en donde se tatúa sobre la piel
grafitis jeroglafiados
de otros tiempos,
de otros amantes,
de otros cuerpos,
en el momento en que el tiempo se detiene
al nombrar el vacío
de tu rostro,
de tu olor,
de tu fuego
cuando las palabras dejan de ser letras
jugando a escondidas muertes
en tus poros,
en tus lágrimas,
en tus sudores,
al caer los deseos como hojas
sobre tu teta deletreada dentro de mi boca.