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domingo, marzo 21, 2010

Uno más uno más uno...

Uno a uno la piel es fuego,

a la suma de otra es incendio

cuando el uno más otro más otro

da un tres que vibran y laten,

cuando el tres lo multiplicamos

por gotas de sudores sin nombres

y un exponente al cuadrado de gemidos;

cuando las sombras se entrecruzan

y restamos uno menos uno menos uno

rompiendo con las leyes antiguas

y no da cero, pero tampoco da uno,

da la amorfa incontable forma que no cabe

en un ábaco de fichas obtusas;

cuando el vértigo se vuelve vertiginoso

y jugamos uno más uno más uno

con las barbas grises de un pensante Newton

fuerza a fuerza entre sís y nos en pasiones espirales,

en un arriba y abajo y al lado frenético y sin reglas,

en una atracción uniforme y sonora y explosiva como ola

orgasmiando justo al borde del lado oscuro de algún corazón;

cuando los minutos se vuelve frenéticos y esquizofrénicos

y el reloj le da lo mismo correr hacia adelante que atrás,

que detenerse voyerista a mirar la matemáticas de las carnes,

el paso de cuerpos uno más uno más uno

ante el roce de manecillas en pequeñas muertes insaciables;

cuando la noche y el día se ven confundidos en colores

y a lo lejos un trasnochado Aristóteles traza un mapa cósmico

de la órbita de nuestras carnes al roce de las estrellas

entrellados en el mar de una cama que se hace inmensa

al caer una brújula sobre el techo de norte a sur y viceversa,

el adentro y el afuera arrebatan lo sentidos incalculables

al zarpar entrelazados en un barco en la línea de la penumbra;

cuando la geometría define los cuerpos entre luces

que toman formas de edificios, ciudades, fórmulas

y un Picasso coge una nota con nuestras formas conjugadas

en un uno más uno más uno

en ángulos casi perfectos en donde se asfixia el silencio;

cuando uno frente uno frente a otro

son la divina divinidad de perfecto deseado pecado,

el amor, el dolor y las contradicciones se dan un palo de olvido

al crear nuevas formas de formular en el uno más uno más uno

con el arte de hacer de los suspiros un fuego desmesurado

al nacer el día y aún la noche seguir vibrando

al filo de los ojos que arden en miradas entre las manos.