A cuatro tiempos de 42 años
I
El silencio vocifera el latido del ángel
catatónico desquicio de manecillas intranquilas
el grito que apalabró la quietud de un pájaro
cuando sus alas se enclavaron entre raíces mudas.
II
Una mirada que escapó de los ojos y se desangró en
papeles
al latido torpe de dedos
en deletreado tronar de pechos
el verbo que se encarnó entre canciones y fotos alunadas
en la caída de un alfiler en arrítmico estallido de
notas.
III
Una lágrima deambulante en la neblina abarbada del poeta
el mar historiado contra rocas voyerista en su aliento de
polvo de estrellas
ecos de besos náufragos en la curva de su trapecista
pestaña hueca
un fragmentado texto desvestido en las cuerdas disonantes
de una garganta.
IV
Ardiente de tiempos el calendario enciende sus números a
penas vértigo
astuta la flor se encarna anidada de historias en la esquina
de cuerpo;
se ha gestado el natalicio desterrado del terrestemente
astropoeta
un gemido distinto se ha hecho palabra, sudor, viaje, memoria,
poesía.
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