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miércoles, septiembre 13, 2006

Letras (Continuación)...

... Miro atrás y un espejo me muestra un reflejo hacia delante; y ese espejo se encuentra con otro y se crea un espacio casi infinito. Mi silueta está en cada uno repitiéndose; a veces lejano, otras tan cercano que algún espejo se empaña con mi aliento o tal vez con el de alguno de mis reflejos. Miro el reloj y sus manecillas dan vueltas difuminándose y creando la sensación de ser remolino en el cual los números desaparecen y se traga el día y la noche. Entonces queda sólo un tiempo sin tiempo, sólo una presencia de estar y ser. No miro lo que soy porque el simple echo de saberme pensado me da identidad, me da presencia y de mi identidad no me preocupo. No me gusta pensar la identidad porque cada día me despierto sintiéndome más nuevo y me rige mi propio ego a ser quien quiero ser e inclusive, a sentir como me quiera sentir ese día. Sí, soy un hombre que siento y expreso eso de muchos modos. Mi cuerpo es toda una obra de arte que no guarda nada y que todo lo da. Así también se expresa con la mirada, con los gestos, con las palabras y cuando la intensidad me arropa y consume, con un silencio. Sin embargo, el silencio no es destructivo; el silencio a veces duele e hiere, pero es constructivo, creativo, vivo. Siempre he pensado que todo surge del caos; como un gran big bang que nos persigue durante toda la existencia. Es que existir no es otra cosa que deambular por la vida y buscar el puente que nos siga haciendo presentes aún cuando la vida se nos acabe. El puente no es otra cosa que ese algo único que tenemos cada uno de nosotros y que cada cual hace más o menos sólido con sus acciones. Yo siempre he actuado según he deseado y querido. Querer y desear son los motores que han manejado mis manos, mis proyectos, mis miradas y mis más profundos deseos. He deseado y querido con la locura e intensidad con que he vivido; cada momento, segundo, ha sido un constante deseo, una búsqueda, un encuentro. He querido y deseado y me han querido y deseado y rastros de esos quedan por ahí, sueltos en camas, en paredes, en moteles, pero sobre todos en memorias y cuerpos que me siguen repitiéndome sin yo saber cómo ni por qué. Sí, sé que suena egocéntrico y tal vez lo sea, tal vez, y digo sólo tal vez, no sea más que reconocimiento que hago de lo que doy y no doy, de mi autoreconocimiento de hombre. Soy el hombre y soy una buena idea de un ser humano: racional, íntimo, lleno de errores, conciente, silencioso, creativo, abarcador, mío muy mío y habitante de tantas y tantos que me han hecho un personaje de sus vidas.

Hoy y tal vez ayer y tal vez mañana, soy, fui y seré un hombre en un día que es azul y sentado en un rincón del mundo, con mi lagartijo tatuado a tertuliando sobre la mirada de él y mía y sobre la risa que nos da ser sólo tatuajes de la historia incompleta de nosotros mismos y no sé por cuánto más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ufff
qué intensidad...
me identifico tanto contigo!

Dei