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"Un rincón de palabras que son mundos y mundos que son palabras"
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lunes, diciembre 23, 2013
viernes, diciembre 13, 2013
A Lorenzo Homar
Sencillo homaneje apalabrado al maestro artista Lorenzo Homar... Dar clic para ver la imagen agrandada y leer el texto. Les cuento: Ese montaje dela foto es un grabado de Homar con una foto suya que uní en Photoshop y a eso a su vez lo monté con un poema había escrito en estos días...
viernes, noviembre 15, 2013
Epílogo para un día
Desnudo de palabras amasajo el tiempo,
encubo un minúsculo cuerpo,
esculpo memorias de muchos tiempos y
vidas,
me abrazo a ausencias presentes y
prestadas;
El aire vuela sobre mi curtida mirada
se me salan las aguas con un eco que se
queda mudo
los huesos desnudan el ADN de antiguos
polvos
el paisaje se teatraliza en esta
tragicomedia
el silencio se vuelve espanto que da
risa
hay pulsaciones en mi cerebro indescifrables.
Al final queda el silencio
un ayer de ayer
algo expirado de expirarse
un cuerpo ajeno
uno yo evaporado
algún poema inconcluso
como un adiós.
sábado, noviembre 02, 2013
Imágenes de la Noche de Poesía y Cantautores de Aibonito
Un huella en imágenes de la magia que se vivió... Dar un clic a la imagen para que los lleve al álbum...
Noche de poesía y cantautores en Aibonito |
jueves, octubre 24, 2013
Sesión de poema "Desde el cuarto": Poema "Químeras"
martes, octubre 22, 2013
Noche de poesía y música: Entre cuerdas y letras
El Patronato Histórico de Aibonito, el
Instituto de Cultura Puertorriqueña, el Municipio de Aibonito, la Casa Museo
Federico Degetau, la Editorial Isla Negra y el colectivo de escritores de En la
Orilla se complacen en invitarlos a la:
“Noche de poesía y música: Entre cuerdas
y letras”
Para este eventos se juntan las voces de los
escritores: - Carlos Roberto Gómez -
Jonathan Berríos - Jota Alexandre - Mariela Luzmina - Anushka Ramos - Angel L.
Matos; las cuerdas de los cantautores:-
Pedro Juan Rivera - Ivania Zayas - Jaime Sáez - Walter Morciglio - Meli –
Arteaparte
Además, la Editorial Isla Negra tendrá una feria con sus libros incluyendo el mío.
Viernes, 1 de noviembre de 2013
7:30 PM
Casa Museo Federico Degetau de Aibonito
(localizada en la carretera
PR-162 entrando a dicho pueblo)
martes, septiembre 24, 2013
Noche de poesía "Bajo embrujos"
En la Orilla
Invita:
Noche de poesía en Open Mic:
Bajo embrujos en El Mirador
Un open mic para todos y todas las que quieran embrujar y dejarse embrujarse...
Miércoles 2 de octubre de 2013
8:00 PM
El Mirador Pub y Coffee Shop
(Ave. Antonio R. Berceló #205, frente a la UPR en Cayey)
jueves, septiembre 05, 2013
Poema bajo la lluvia
Esta noche sabe a poesía;
un rumor de palabras se cuela entre la neblina,
trazo versos sobre el manto blanco
al ritmo de un aguacero de terciopelo.
Sobre la espesura un rumor de negruras
hay cierta conspiración en el reflejo en las gotas,
hay ondas bailando entre hojas mojadas,
un areito de misterios desvestido de estrellas.
Afuera la lluvia bañada de nostalgia de ranas
en una sinfonía de aguamarinas voces huecas;
adentro el sensual tiritar de la vela desteñida
al ritmo de alguna respiración inconclusa en el espejo.
En estas horas me desnudo de desnudeces,
tiendo sobre mi piel una voz plagada de gemidos,
tatúo sobre mi lengua la fantasía de tus aguas,
me visto de tus mensajes ardiendo entre madrugadas.
Al final queda la canción que arde con un nombre,
una mirada punzada del deseo que se desea,
unos cabellos enredados al filo de algunas ganas
alguna palabra que te mojan sin aguas.
lunes, septiembre 02, 2013
Crónica de un día de naturaleza y mar en Guánica
El sábado 30 de agosto de 2013 fue un día especial y más allá del lugar que uno puede
visitar cualquier día, los compañeros de aventura fueron los que hicieron del día uno único. Aquí te
comparto la crónica en palabras e imágenes de ayer. Qué lo disfruten...
El sábado 30 de agosto me levanté sintiéndome en una
continuación del día anterior ya que la adrenalina, la ansiedad y el
hambre de aventura me quitaron las ganas del sueño.
4:30 AM: Sonó la alarma; con apenas 2 horas de dormir me
desperté de un salto lleno de energías y con una agenda en mente de
cosas por hacer antes de salir. Calenté mi café con leche, recogí el
sandwish que me había preparado el día anterior para desayunar por el
camino, tomé los bultos – el de la expedición y el de cosas para la
playa luego de la misma-, me cambié de ropa con mucho entusiasmo, y
llegó la hora de partir.
5:00 AM: Al sentarme en el carro tuve un momento de
silencio con los cristales empañados de mi carro por el rocío, el fresco
de mi Aibonito, y bajo una cúpula estrellada; ese breve tiempo se hizo
infinito para sentir la primera caricia de naturaleza y vida, ese
aliento que me habría de acompañar todo el día y dar gracias al Universo
por el privilegio que me regalaba de haberme despertado como me
desperté y de lo que estaba por vivir. Así partí acompañado de música y
poesía, de muchas ganas de por vivir, y con un sentido de libertad
profundo. Tomé la primera foto; Mi reloj con la hora de partida.
Salí bajo una media Luna que me acompañó gran parte del
camino y pude ver ese cambio de la sombra a la luz que marca el pasó de
la noche al día; cómo el cielo se pintaba de colores en trazos pasteles
en una pincelada fina que te tomaba de la mirada y te llevaba a lo
profundo del alma hasta robarte un suspiro. Al cruzar por Ponce me
detuve en la autopista para capturar ese sublime momento. En el camino
por la carretera al punto de encuentro, me sorprendió un poderoso sol
que se deba un baño de mar en una esquina y tuve la indiscreción de
detenerme a capturar con mi lente ese sublime momento.
6:50 AM: Así continuó el viaje muy placentero hasta llegar
al portón de playa Tamarindo en donde casi por una sincronía mágica, no
planificada, pero que al pensarlo ahora sería el tono de la aventura con
los compañeros de comunión de energías, todos comenzamos a llegar al
mismo tiempo; Carro tras carro fuimos llegando y presentándonos y en
cada rostro y mano podía sentir placer, paz, necesidad de lo que íbamos a
vivir, adrenalina y calor humano a pesar de ser extraños. Allí muchos
de nosotros con cámara en mano comenzamos a fotografiar varias aves y la
textura suave y sutil del agua marina en esa área.
7:30 AM: Nuestro grupo de geniales guías se presentaron oficialmente,
hablaron sobre el bosque, contaron como sería la travesía y comenzamos
la misma; claro, también tomar notas del menú para el almuerzo en el
cual se nos daba a escoger entre rofbeef relleno de amarillos o
costillas en salsa de guayaba, ensalada verde o coditos, y todo con
arroz con habichuelas incluido. Casi todos los compañeros nunca habían
estado en esa mágica playa de arenas blancas, de gran vida marina, de
aguas tranquilas y de una paz como pocos lugares en el mundo. Caminamos
por una vereda hasta llegar a un área en donde hay una formación en la
roca caliza al lado del mar que forma un ojo o ventana según cada
persona lo quiera ver y percibir. Ante esa naturaleza y ese mar con
tantos tonos azules, cada cual comenzó a tener intimidad con la
naturaleza y nos dispersamos para sentir y capturar algunas imágenes con
nuestro lente. Disfrutando ese placer seguimos conociéndonos el grupo e
intercambiando historias, conocimientos, pero sobre todo, calor humano y
amistad. De regreso de ese lugar al área de la vereda hacia la cueva,
recogimos basura porque ahí la gente piensa que esconderla en las uvas
playeras o yerbas deja la playa limpia y es triste ver tanta basura en
un lugar tan especial y da tristeza la falta de consciencia, sin embargo
pusimos algo de nuestra parte. Durante ese camino, nos detuvimos a
tomar fotos en el área de una de las lagunas del busque la cual estaba
llena de aves, pero que el ángulo del sol imposibilitaba tomar buenas
fotos, pero que era perfecto para simplemente respirar profundo y
maravillarse ante las cosas tan increíbles que tiene nuestra isla y que
casi nadie conoce y si no lo conoce, menos lo puede valorar y cuidar.
Regresamos al portón de playa Tamarindo donde comienza la vereda La
Cueva; allí nos hidratamos, orientaron sobre lo que podíamos ver e iba a
pasar y comenzamos ese recorrido. Fue muy enriquecedor el viaje porque
veíamos los cambios naturales de la flora de ese bosque seco y así la
fauna y sonidos que aun en el cual nuestras voces no violentaban el
mismo sino como que integraban al lugar. En ese recorrer, todos fuimos
compartiendo con todos y cada vez me sentía más dichoso de la
maravillosa gente que el universo me había regalado para acompañarnos a
vivir lo que estábamos viviendo; todos y cada uno fueron especiales y
teníamos una sensación de hermandad y unidad profunda, algo que creo que
nunca había experimentado en un grupo tan grande como los veintisiete
que éramos.
Para vivir el placer al máximo, el grupo se dispersó a lo largo de la
ruta siempre para disfrutar. Llegar al área de la boca de la cueva, ver
ese hueco en un juego de sutiles luces y oscuridad, produjo un aumento
en la adrenalina muy único. Poco a poco comenzamos a entrar ayudándonos
unos a otros mientras íbamos sintiendo ese placer que da la
confabulación colectiva al descubrir algo nuevo y tan lleno de energía,
además de antiguo. Comenzamos en una de las cámaras de la cueva y a
medida que íbamos de una a otra se iban haciendo cada vez más grandes y
profundas. Las paredes de la misma eran un arte natural impresionante
por la gama de colores tan bien seleccionados y tan bien puesto por la
naturaleza y eso con el juego de luces y sombras, producían una
sensación de placer y sorpresa que les confieso es difícil de describir
con palabras. En una de esas salas, había una piedra enorme con forma
de nariz la cual nos explicaron fue tallada por los indios taínos para
quienes la nariz tenía un significado muy importante. Detrás de esa
roca, había un hueco que conducía a dos cavernas más profundas; en una
de ellas nos contaron que llegaba a un área donde hay aguas y que se
encontró una tarja del ejército de EU puesta poco después de la Guerra
Hispanoamericana y que se piensa que esa cueva en algún momento se usó
como polvorín o lugar para guardar armas. Yo me asomé a ver si se podía
bajar, pero era difícil con la ropa que tenía y con una lámpara en la
mano; al ir saliendo, a pesar de ser un cabrito criado corriendo por
montes, por la humedad me tropecé, caí un poco y me corté un chin el
antebrazo lo cual me fue muy divertido y me reí porque hacía muchos años
que no me pasaba. La gente se preocupó por la insignificante herida y
les decía que yo era como Carlitos Colón que cuando ve sangre es que se
pone rudo. Luego llegamos a la sala más grande de la cueva la cual es
impresionante y en la cual nos contaron más historias sobre la misma.
Así, entre marcas de fango, guano, polvo, pero con rostros de placer,
satisfacción y de haber vivido, fuimos poco a poco saliendo de la cueva
por donde mismo entramos. Al salir de la misma, nos dirigimos a otra
cueva. Al llegar a la misma, llamaba la atención lo enorme de la
abertura de la misma y el sonido intenso de los murciélagos. Lo especial
de esa cueva era ver en la entrada de la misma la presencia de tres
petroglifos que me parecen pre-taínos; Fue genial estar en ese lugar con
esa presencia histórica que siempre sorprende a uno como la primera vez. De ahí emprendimos el viaje de regreso con una mezcla emociones sazonadas con un hambre sabrosón.
12:15 PM: Al regresar al punto de partida, ya nos esperaba
la comida. Cada cual tomó el paquete que contenía lo que cada cual había
pedido y nos fuimos caminando a un piso de cemento al lado del mar en
playa Tamarindo. Creo que en una combinación entre la belleza del mar,
el digerir lo vivido y un hambre atroz, hubo un silencio casi sepulcral
mientras comíamos. Luego nos estuvimos abrazando e intercambiando
información para seguirnos viendo y compartiendo aventuras. Ahí llegó el
momento de hacernos la foto de grupo la cual fueron como 15 por la
cantidad de cámaras, pero muy divertido. Una vez todos satisfechos, el
viaje seguiría hacia ver un árbol de guayacán que tiene más de cien años
y que está localizado cerca del área de Ballena. Como yo esperaba unas
amigas para darnos un baño de mar, no los acompañé pero fue bien lindo y
especial el cariño de la despedida y los planes de pronto tener una
aventura aquí en mi pueblo en el Cañón de San Cristóbal al cual ninguno
ha ido; Y eso viene pronto…
1:10 PM: Me quedé en mi carro bajo una sombra de un árbol viendo cosas
en mi celular en lo que mi amiga Lizzy llegaba de Ponce. Allí digería lo
vivido y sonreía. Cuando Lizzy llegó nos fuimos a buscar un lugar dónde
ubicarnos. Encontramos un árbol cuyas ramas con sombra llegaban a medio
camino entre él y la playa. Allí nos pusimos sunblock, le conté algunas
historias vivida en esa playa, nos dimos un shot de chichaíto con
parcha que yo había hecho y llevado, y pal agua. El sol no estaba tan
directo sino que por ratos se apagaba un poco; el mar estaba casi
planchado; el agua clara que te podías ver los pies, y la brisa una
caricia que creaba música a su paso. Así conversamos de todo un poco
mientras disfrutábamos del mar. En algún momento salimos y nos dimos
varias copas de vino mientras veíamos el mar y conversábamos. Fue
interesante que unos muchachos que estaban en otra área de nuestro
árbol, tenían de mascota y cerdito enano negro y fuero muy agradables
con nosotros al darnos hielo y permitirnos poner en su neverita la
botella de vino. Cerca de las tres de la tarde llegó Glenda y fue un
gran gusto que llegara luego de atender varias personas en su profesión
de psicóloga en Santa Isabel. Allí seguimos poniéndonos al día mientras
la tarde iba cayendo y el cielo seguía tornándose de otros tonos que
realmente robaban el aliento. Ahí decidimos irnos a picar cosas típicas
puertorriqueñas al área de la placita del barrio Ensenada de Guánica.
Caminamos al estacionamiento y de ahí partimos. Al salir, me di cuenta
que eran las seis y cincuenta AM, exactamente la misma hora a la cual
había llegado dice horas antes y me pareció algo mágico ese detalla, un
mensaje del universo como si con ello cerrar un ciclo dejando atrás
muchos pesos en mi vida.
7:10 PM: Llegamos a la plaza de Ensenada justo al cruzar la antigua
central en donde entre hierros torcidos, moho y abandono, aún sigue la
zafra entre fantasmas de otros tiempos. El sitio tiene varios kioskos
con frituras y hasta comidas más fuertes para escoger. El sitio estaba
con mucha gente y otra que seguía llegando mientras en un lugar iban
montando un equipo musical y una persona nos dijo que tenían esa noche
un evento especial. Al juntarnos Glenda, Lizzy y yo, y movernos hacia
buscar dónde beber y comer, de frente a nosotros, como si se abriera
todo en un túnel, vimos un cartel de Medalla y debajo otro que decía
cervezas bien friiiiiias. Así que entendimos eso como un mensaje del
universo y hacia allá nos dirigimos. Pedimos un round be cervezas
mientras Glenda pedía sus tradicionales mollejas en escabeche y Lizzy y
yo decidimos compartir una orden de chicharrones de pollo con tostones.
Nos sentamos en una mesa cerca del kiosko en lo que nos preparaban la
orden mientras veíamos aquel alucinante paisaje tropical fiestero tan
clásico de nuestra cultura no oficial. Cada una de las personas allí
eran personajes típicos de nuestra isla como una mujer que se guardó una
cajetilla de cigarrillos Winston en su brasier, los hombres con pipas
históricas de cervezas, mujeres con al menos dos talles de ropa menos de
la que les toca, pero todo el mundo en su mundo, sin fijarse en nada ni
nadie, sino con ese deseo de pasarla bien. Yo, como no soy tímido para
eso, fui conociendo a par de personas hasta me atreví bailar par de
merenguen con Lizzy aun cuando nadie estaba de pie bailando, pero no
importaba, lo disfrutaba como todo el mundo y además, era un forastero
que creo que nadie conocía. Nos trajeron los chicharrones en un plato
plástico desechable sencillo pero bien presentado todo y con un
mayoketchup que estaba espectacular. Glenda, que parece que estaba
pasando hambres, pidió en otro kiosko una empanadilla de mero y otra de
pulpo y fue feliz. Luego de dos round más de Medallas y al comenzar a
tocar un grupo cuyo cantante realmente lastimaba nuestras fibras
auditivas además de los de otras mesas cercanas, decidimos partir hacia
nuestros rumbos luego de un threesome de abrazo.
11:13 PM: Llegué a Aibonito. Con casi sin carga en el
celular, no hablé básicamente con nadie. Esa intimidad me fue necesaria
para digerir lo vivido y ver cómo sería mi vida en adelante porque
definitivamente no sería igual. El viaje estuvo en paz aunque aún la
adrenalina seguí por todo mi ser; me pregunto cómo se vería mi aura si
alguien la hubiera fotografiado ese día. En fin, llegué lleno de
satisfacción, de paz, de memorias inolvidables y con la certeza de haber
redescubierto lo que realmente es vivir. El día me regaló un paisaje
que de por sí fue un arte de colores que cambiantes en armonía;
descubrir lugares que uno pensaba posible y no sólo desde lo que yo veía
o vivía sino también desde los ojos de otros que me contaban su
experiencia de lo que iban viviendo y sintiendo; de un día de mar en
una de mis playas favoritas en tanta paz y con tan especial privilegio
de compañía; el haberme conectado con la gente común de nuestros pueblos
y haber disfrutado como otro más sin editarme; el regresar en una noche
forrada de estrellas y sintiéndome redescubierto y más humano que nunca
1 de septiembre del 2013, 10:09 AM: Sonrío con placer y adrenalina y espero con ansias la próxima aventura.
domingo, agosto 25, 2013
Les tengo algo para que disfruten: Aquí les comparto el vídeo del concierto de Brenda Hopkins
en el cual le regalé la sorpresa de un poema escrito a sus manos y al
arte que hace con el piano mientras ella improvisaba con su instrumento;
que lo disfruten: http://www.youtube.com/watch?v=wMTIvcmL6T4. Aquí les comparto el texto. Delen clic a la imagen para ampliarla...
martes, agosto 20, 2013
Enigmas
El verso que se diversifica a sí mismo
fragmentos de letras iletrados entre bullicios
alguna oración que se maldice
a sí misma
el Oráculo consultando el viejo periódico
aquel olor
que se perfumó de ausencias
la luna que teme a llenarse de miradas
el perro que meó su sombra
aquella noche que se olvidó de
llegar
el sol ahorcado en el horizonte
aquel texto
que olvidaste darlé send
la caricia que murió en tu miedo
la palabra que enmudeció unos labios
aquella foto que flageló su
imagen
la canción que olvidó su letra
el concierto contigo y ausente
aquella
verdad que se miente ingenuidades
unos ojos dibujando el ocaso de un adiós
la despedida que se despide en retroceso
aquellos cadáveres sobre
líneas telefónicas
el eco de una bala cruzando una isla
el velorio al que nadie fue invitado
aquel hueco
vacío de su vacío
esa palabra que susurró al viento
el desveló que se le fue la hora
el tragó que se embriagó
de mí
ese astropoeta que se estrelló sin estrellas
aquel poema que ya no te busca
el silencio humeante en medio del pecho
aquella pequeña
muerte que ya no deletrea tu nombre.
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