Uno a uno la piel es fuego,
a la suma de otra es incendio
cuando el uno más otro más otro
da un tres que vibran y laten,
cuando el tres lo multiplicamos
por gotas de sudores sin nombres
y un exponente al cuadrado de gemidos;
cuando las sombras se entrecruzan
y restamos uno menos uno menos uno
rompiendo con las leyes antiguas
y no da cero, pero tampoco da uno,
da la amorfa incontable forma que no cabe
en un ábaco de fichas obtusas;
cuando el vértigo se vuelve vertiginoso
y jugamos uno más uno más uno
con las barbas grises de un pensante Newton
fuerza a fuerza entre sís y nos en pasiones espirales,
en un arriba y abajo y al lado frenético y sin reglas,
en una atracción uniforme y sonora y explosiva como ola
orgasmiando justo al borde del lado oscuro de algún corazón;
cuando los minutos se vuelve frenéticos y esquizofrénicos
y el reloj le da lo mismo correr hacia adelante que atrás,
que detenerse voyerista a mirar la matemáticas de las carnes,
el paso de cuerpos uno más uno más uno
ante el roce de manecillas en pequeñas muertes insaciables;
cuando la noche y el día se ven confundidos en colores
y a lo lejos un trasnochado Aristóteles traza un mapa cósmico
de la órbita de nuestras carnes al roce de las estrellas
entrellados en el mar de una cama que se hace inmensa
al caer una brújula sobre el techo de norte a sur y viceversa,
el adentro y el afuera arrebatan lo sentidos incalculables
al zarpar entrelazados en un barco en la línea de la penumbra;
cuando la geometría define los cuerpos entre luces
que toman formas de edificios, ciudades, fórmulas
y un Picasso coge una nota con nuestras formas conjugadas
en un uno más uno más uno
en ángulos casi perfectos en donde se asfixia el silencio;
cuando uno frente uno frente a otro
son la divina divinidad de perfecto deseado pecado,
el amor, el dolor y las contradicciones se dan un palo de olvido
al crear nuevas formas de formular en el uno más uno más uno
con el arte de hacer de los suspiros un fuego desmesurado
al nacer el día y aún la noche seguir vibrando
al filo de los ojos que arden en miradas entre las manos.