
Hay sobre mis recuerdos gotas
estalactitas líquidas colgando en mis ojos
de tus ojos alga y mar
de tu mirada roja como el fuego intenso
como el grito intenso que se intensifica
hasta fundir la materia, los relojes, las cosas;
caen de tus ojos gotas transparentes acicaladas
cuando el sentir se te hace agua y te desaguas
en aguas tan descalzas y en el silencio de las horas
como una deambulante de sombras sin días ni noches
perdida en este papel, en tu papel,
en el papel de todos los papeles sin estadísticas ni leyes
cuando el dolor se abraza a la duda al amor
y se esconden tras moléculas de H2O cómplices
que se escapa en un profundo suspiro de CO antagónico
como el irónico de dos dedos en la antigua ciudad adormecida
o como el escueto gemido de una silla en una oficina cerrada;
es que hay memorias que se memorizan más allá del celebro
memorias inmemoriales como el de aquel primer beso asustado
la sensación de unos pechos y un corazón acelerado y colorido
o el de aquel primer poema que nos hizo temblar de frío
en el calor de las palabras y la carne tras las letras
en la explosión de miradas en la mente inquieta e indiscreta
o como este segundo en que tus lágrimas,
si mi vida, tus lágrimas,
se han evaporado dentro de los huesos
tallando en secreto y concubinato disimuladas palabras
que aún ahora busco descifrar sin preguntas ni respuestas
cerca de un petroglifo que se esculpió hace millones de años
por alguna civilización que habitó este entrañado cuerpo;
hay momento, como este, como los de ayer, como los antes
en que mis manos se vuelven de arena y las palabras se me salan
en que te vuelves náufraga en la isla de mis ideas
mientras vuelo sobre una lágrima tuya y mía sobre estrellas
encontrando rastros de tus alas de mariposa con polvo de lunas
y un rastro de pétalos que espero me conduzcan a tu metáfora.